Apetito 1

 Lo que es cierto es que quiero escribir y no pintar. Pintar por allá en 10 años, cuando todo cobre sentido otra vez. Como antes, escribí, escribí, escribí, sin nunca desistir y cuando quise pinté. Improvisé unas esculturas, hice hasta un jardín, y en plena pandemia. El artista Ávila vino a verme antes de morir y me dijo que hiciera todo de colores. Y que hiciera los marcos de las obras en cartón y papeles brillantes. Hice lo que pude, quedó vintage, luego los colgué y decoré todo el lugar y tomé unas fotografías. Estuve feliz tomando fotos. Lo cierto es que me produjo placer. Si no hay gusto por lo que se hace no vale la pena llevarlo a cabo. El arte debe producir placer, hedonismo, no solo al que lo admira sino al que lo produce. Por eso el arte sana, la sanación implica mucha motivación por parte del artista. Si causa disgusto, si la actividad es tediosa, es mejor no hacerla, es como cocinar a disgusto, de eso no puede salir nada bien. Uno debe producir la obra con pleno interés como quien descubre algo nuevo, como los niños experimentando. Perdí el placer, perdí el apetito por la obra y dejé de producir arte. Estuve ocupada en mis trámites y mi mente tuvo otra motivación. Se perdió el momento, ese espíritu especial en el que la emoción confluye con el hacer. La inspiración. Por eso voy a escribir primero mis impros hasta tener en claro qué me importa, que vale la pena crear.

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