Apetito 30.
Mi segundo y último marido fué Andrés, el papá de mi hija. Él es discapacitado y me enseñó otra sensibilidad, siempre sentí y siento hacia él una gran ternura, seguimos siendo muy buenos amigos, y me dió ternura porque yo sentía que cuando hacíamos el amor él se iba a desbaratar y que tocaba con cuidadito. Y además tenía la idea de que siendo discapacitado no iba a tener problemas con otras mujeres, algo jarto con Ramón era la miradera, era demasiado bello, Andrés es lindo, de cara linda, pero yo pensaba que no despertaba tanto interés y fué mentira, todas las mujeres pensamos lo mismo de un hombre con discapacidad, que nadie lo mira, y le caín mujeres, era tremendo, y fuera de eso con su atractiva personalidad, parece un perrito faldero, de esos que siempre te escuchan, siempre te dan la razón, siempre son leales, siempre está ahí, fué muy bueno para mi almita porque me recompuso, volví a creer en el amor, en que hay gente linda y buena, que no todo el mundo quiere hacer el daño. Y lo otro que tenía, o tiene bonito es esa resilencia, él no se da por vencido, tiene gran actitud, busca la manera de hacer las cosas, hace unas semanas estuvo haciendo pizza, y se las arregló para amasar la masa y extenderla, y ponerle todos los ingredientes y que le quedara rica. Recuerdo que estuvo enseñándole a mis hijos a amarrarse los zapatos con una sola mano, él es hemipléjico pero camina, solo tiene movilidad en una mano, y con esa hace hasta el amor, no se cómo hace para no irse de jeta, pero resulta ser un hombre muy completo. Además porque sus ocurrencias causan risa y no hay nada más sanador. Seguimos siendo amigos, y é sigue con todas sus ex, tiene una novia que comparte tiempo con cada una de nosotras, es un gran tipo pero si uno va en serio, es difícil el problema de las mujeres, no se sabe qué hace pero se las hecha entre el bolsillo, además de todas las edades. Claro que todos sabemos que su gran amor es mi hija quien a veces lo trata como un zapato, a mí también, está excesivamente consentida, pero Andrés es buena persona, con los adultos mayores, por ejemplo con mi papá se lleva muy bien, y tiene palito para los animales, es muy buena gente y eso es lo más maravilloso que tiene. Yo hablo con él todas las semanas, él vive en La Ceja, Antioquia, y yo en Bogotá y es muy divertido, ilumina mi semana y me mantiene viva, hay mucha risa en su entorno, es bien diferente a Ramón que era muy bien parecido pero tenía un comportamiento de beldad, era excesivamente creido y exigente, además de amargado y como triste. Ahí era al contrario, yo era quien le traía alegría. Yo sí creo que nos disfrutó a Marquito y a mí. Con Andrés mis hijos se relacionaron muy fácil, no había necesidad de parecer diferentes a lo que somos, y nuestros tiempos compartidos fueron entretenidos, y también los formó, mis hijos lo llaman el papárcero, en lugar de padrastro, porque aún a hoy son amigos y sus conversaciones son geniales, somos muy felices aunque ya no vivimos juntos, en parte porque se devolvió para Medellín a acompañar a su mamá. Le hacía falta la tierrita. Vamos a ver cuándo nos vemos, ya me invitaron para que vaya unos días de vacaciones.
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