Apetito 39.
Y entro a discutir qué es el disfrute para mis hijos. Yo no me hago problema porque vayan más lento, me parece que es generacional, ellos no tienen el relato del fin del mundo encima, el "cantemos, bailemos que el mundo se va a acabar". De hecho se toman su tiempo para todo, mi hijo mayor cocina y espera a que la cocción esté en su punto, nosotros somos los de las comidas rápidas, que todo tiene que estar listo ya; mi hija madruga y se toma 2 horas maquillándose, es perfeccionista, pero no corre, nunca la he visto apurada porque vaya a llegar tarde a la universidad, o que haya llegado tarde a clase; y mi hijo mediano, decidió tomarse 2 años sabáticos porque ingresó a una maestría que no le consume todo el tiempo pero que lo mete en problemas con los empleadores para que le den el permiso de ir a clases. Ninguno está corriendo, son más bien aperezados, ellos encuentran que esa es la velocidad perfecta para disfrutar de la vida, que todo tiene su proceso y que no hace falta angustiarse por nada. Salen con los amigos, no llegan de primeros al concierto como lo haría uno, sino preciso al artista que quieren escuchar. Eso de buscar las canciones en Spotify también se me hace dispendioso, toma tiempo mirar qué le gusta a uno, me gusta más la inmediatez de la radio que propone unas canciones sin que uno tenga que programar nada, también me gusta más la televisión con comerciales, hace más bulla, el sonidito del celular no cubre toda la habitación, también tendemos a expandernos. Para mí eso es diversión, pero no, ellos hablan de disfrutar que no es lo mismo, de ir saboreando paso a paso. En lo que sí no tenemos problemas es en los permisos para salir de noche, yo no pongo ningún problema, solo que ellos no aprovechan el beneficio como yo quisiera, no se sienten presionados a llevar la contraria, tampoco existe el riesgo de que la otra semana yo diga que no, luego, ellos se toman su tiempo y son más las veces que me los encuentro un fin de semana encerrados en la casa, es una lástima, todo lo que yo hubiera hecho si me hubieran dado permiso para salir con mis amigos. Tendría más amigos, me hubiera divertido más. Entonces lo que hago yo es disfrutar a mis hijos ahora que están en casa porque en su disfrute ellos han considerado incluso irse del país, no como algo inmediato, sino como un proceso lento que van cocinando. Para mí eso no es disfrute, es tortura. Ya espero con terror el día en el que digan te lo dije, ya nos vamos. Ya ni me divierto, ni disfruto.
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