Apetito 54.

 Mi papá mandó a arreglar el órgano electrónico, vino un ingeniero que conocemos hace años, hoy en día sufrió Guillen Barré y mi papá lo trae todos los fines de semana a destapar el aparato y revisar uno a uno cada circuito, es un trabajo dispendioso porque tiene que probar qué está en corto y repararlo, ahí dentro hay toda una ciudad de chips, lo cierto es que ya lo hicieron sonar y está funcionando, le falta ponerle unos tornillos y ajustarlo, pero quedó como nuevo, ya llevaba unos 20 años sin sonar, y recuerdo en mi infancia que venía la profesora Magdalena Forero, era egresada del conservatorio de la Universidad Nacional, a darnos clases de órgano, yo tenía 7 años y mi hermano 4, y eso es importante porque para mi hermano tocar el piano es como una segunda piel, a sus 50 años él todavía practica el instrumento en un teclado que compró hace años. Yo no volví a tocar, desde los 18, ese día le dije a mi papá que yo ya era mayor de edad y que no me interesaba continuar, yo siempre tuve problemas con el aprendizaje de la música porque conflictuaba con mis horas de juego con mis amigos, yo había decidido que hacer amigos y desarrollar competencias sociales era más importante para mí que tocar un instrumento prácticamente sola, porque el órgano es muy pesado y no se puede llevar a ninguna parte, no era posible pertenecer a ningún grupo musical, eso hubiese sido genial. Cuando estuve en los EEUU, entré a la banda del colegio, éramos unos 70 muchachos tocando y era divertido. Pero eso de practicar uno solo, o en compañía de mis padres, para ellos era un gusto sentarse en la sala a escucharnos el repertorio muchas veces repetido, porque eso no sale a la primera, hay que repetir y repetir la partitura, a mí me parecía francamente aburrido. Yo continué en el coro de la universidad, y me gusta la música, ir a ver las bandas de rock, música de todos los géneros, pero sí, practicar el órgano siempre me pareció oneroso. De todos modos que mi papá lo haya arreglado me compromete a practicarlo, voy a retomar su estudio, de hecho me voy a comprar unas partituras y voy a probar un ejercicio de composición, yo soy malísima para eso pero supongo que podré jugar con los sonidos para crear unas atmósferas. De todos modos me siento satisfecha, es un gran logro haber restaurado el órgano de la casa, el que tenemos desde 1977. Quedó sonando bien, quedó como nuevo.

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